España se ha convertido en el paraíso de los festivales y para los festivaleros. Están los macrofestivales, los de mediano formato, los modestos, los boutique y los que son más íntimos. Los hay de rock, pop, indie, jazz, clásica, country o electrónica. En parajes idílicos, con una playa de fondo o en medio de la ciudad. Y, sobre todo, movilizan a miles y miles de personas hasta el punto de que el turismo de festival es ya un hecho que tienen muy en cuenta los gobiernos autonómicos.
Prado Campos
Aunque las cifras bailan según la fuente, en nuestro país se contabilizan más de 850 festivales al año. Este dato (el único oficial) corresponde a un recuento del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de 2016, pero seguro que se queda corto porque prácticamente cualquier localidad de nuestra geografía tiene su propia cita. Lo que sí evidencia es la buena salud de unos festivales que, año tras año, cosechan mejores cifras de espectadores. El Arenal Sound se consolidó el año pasado como el más multitudinario de España: 300.000 visitantes que disfrutaron de 102 conciertos durante seis días en Burriana. Le siguió el Rototom Sunsplash, la mayor cita con el reggae, que congregó a 250.000 personas en Benicàssim; el Primavera Sound, con más de 208.000 personas, y el Viñarock, con 200.000. Entre los más multitudinarios, también destacan el FIB (quinto con 177.000 espectadores), el MadCool (135.000) o el Sónar (123.000).
En España se contabilizan más de 850 festivales al añoby
Bastan estas cifras para afirmar con rotundidad que los festivales viven una época de pleno apogeo, especialmente si se tiene en cuenta que la música en vivo es la que tira del sector (la facturación ha crecido un 20% entre 2016 y 2017, llegando a los 269,2 millones de euros) y estas citas estivales reciben cada vez más turismo internacional, sobre todo inglés y francés.
De hecho, en el Sónar y el Primavera Sound la asistencia de extranjeros llega al 50% y la primera cuenta, además, con pequeños festivales por todo el planeta. No es el único que se expande hacia el exterior: Starlite, nacido en Marbella, ya ha saltado a México.
“Muchos festivales han alcanzado un gran protagonismo y muchos de los grandes han entrado en la Champions de los festivales. España es un país puntero en el panorama con una gran diversidad de estilos y tamaños”, confirmaba hace unos meses Alberto Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales. A este cóctel dorado hay que sumar la fidelidad de un público que hace que los grandes festivales cuelguen el ‘sold out’ meses antes incluso de anunciar su cartel y una variedad de estilos tal que ha hecho de estas citas un reclamo que ya no es solo cosa de adolescentes y jóvenes. El país festivalero tiene su cita para cada espectador.